LOS USOS DE LOS ALUCINÓGENOS EN PSICOTERAPIA (ARGENTINA, 1955-1965)

https://web.archive.org/web/20091031143514/http://encuentro.historiapsi.com:80/resumenes/Scholte_Alucinogenos_Psicoterapia_Argentina.htmAutor: Scholten, Hernán S. E.Institución: Historia de la Psicología, Cát. I, Facultad de Psicología, UBA. "Programa de Estudios Históricos de la Psicología en la Argentina" - Instituto de Investigaciones - Facultad de Psicología – UBA. Proyecto UBACyT P088.Dirección electrónica: hscholten@psi.uba.arResumen ampliado:Si bien el empleo de drogas en el marco del tratamiento de las enfermedades mentales puede rastrearse hacia fines del siglo XVII, suele ubicarse en los célebres estudios de Moreau de Tours sobre el haschich y la alienación mental(1845)un giro novedoso, fundamentalmente a partir de su propuesta de asimilar los efectos de esta droga con los procesos característicos de la enfermedad mental. A partir de entonces, y al ya difundido empleo del láudano y el opio, se sumó el recurso a diferentes sustancias en el marco de la práctica psiquiátrica y psicoterapéutica.En 1938, Albert Hofmann sintetizó por primera vez la dietilamida del ácido lisérgico a partir del cornezuelo –un hongo que parasita algunos pastos y cereales, principalmente la cebada. Unos quince años más tarde comenzaba a considerarse, tal como lo afirma el título de un artículo publicado en 1954 por Ronald Sandison, el “valor terapéutico del ácido lisérgico en la enfermedad mental”.Muy poco tiempo después tuvieron lugar las primeras experiencias en Argentina: Alberto Tallaferro, temprano miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), dedica su tesis de doctorado en medicina al uso de la Mescalina y el LSD 25 en psiquiatría y, en 1956, publica un libro dedicado a esta misma temática. Al año siguiente, el 10 de septiembre de 1957, Luisa Gambier de Álvarez de Toledo–que por ese entonces dirigía la APA–, Alberto Fontana –miembro adherente de la misma institución– y Francisco Pérez Morales presentaban ante esta Asociación sus “Fundamentos para una técnica psicoanalítica combinada”. Se trataba de un informe en el cual daban cuenta de su práctica de sesiones psicoanalíticas con LDS 25, que se publicará al año siguiente en Acta Neuropsiquiátrica Argentina.Estas producciones pueden ser consideradas como las primeras muestras locales del empleo psicoterapéutico de los alucinógenos. Estos trabajos marcan el inicio de una historia cuya trama inicial se despliega en el marco de la Asociación Psicoanalítica Argentina y que adquirirá una vasta y profunda difusión en los años siguientes. Sin embargo, los trabajos dedicados a la historia del psicoanálisis en Argentina (Balan, 1991; Vezzetti, 1996; Plotkin, 2003) le han prestado poca atención a este fenómeno, a pesar de las fuertes polémicas que generó –y que llevó a la ruptura con la APA de algunos de sus principales defensores– y a la curiosa atención por parte de los medios masivos de comunicación.Este trabajo forma parte de una investigación en curso que se propone explorar los avatares del empleo de los alucinógenos (principalmente el LSD 25) en el marco de la psicoterapia en Argentina durantes las décadas de 1950 y 1960. Más precisamente, esta ponencia se propone como objetivo dar cuenta de dos vías o modos diferentes de empleo de los alucinógenos en el ámbito de la psicoterapia en Argentina: por un lado, una vía o modo que encontraba en estas sustancias una herramienta para su trabajo clínico (enmarcado principalmente en el psicoanálisis de cuño kleiniano) y, por otra parte, una tendencia que, sin desechar la vía anterior, se mostró interesada principalmente por una indagación de tipo experimental de los efectos de los alucinógenos en los pacientes psiquiátricos.La primera de estas vías encuentra su figura principal en Alberto Fontana. Luego de algunas experiencias con la terapia insulínica, realizadas junto a José Bleger, Fontana llevó a cabo hacia 1956 sus ya referidas experiencias con LSD junto a Álvarez de Toledo y Pérez Morales. Nueve años más tarde publica su primer libro: Psicoterapia con alucinógenos. En este volumen, el autor y su equipo se proponen mostrar los resultados de un trabajo de 8 años cuyo objetivo consistía en la combinación de los “conocimientos psicoanalíticos” con el uso de las sustancias alucinógenas, más precisamente se trata de demostrar las virtudes de los alucinógenos como “coadyuvantes de la psicoterapia”.Por su parte, los trabajos de Alberto Tallaferro representan claramente la segunda de las vías propuestas respecto del empleo de los alucinógenos en el marco de la psicoterapia. En efecto, su tesis de doctorado se basa en 771 experiencias realizadas con una población formada por sujetos “normales”, psiconeuróticos y psicóticos, a lo cual se agregan 4 autoexperiencias. El fin de estas experiencias, según lo declara el propio Tallaferro, es “observar qué tipo de modificaciones producían las drogas en la psiquis, y si tenían algún valor terapéutico en enfermos psiquiátricos”.Ambas vías o modos de implementar el LSD (u otras sustancias alucinógenas) en relación con la psicoterapia desaparecían poco después del marco de la Asociación Psicoanalítica Argentina, aunque por diferentes motivos para cada uno de los casos aquí considerados. Alberto Tallaferro, según lo afirma Balán, se margina de la APA a partir de su interés por la teoría reichiana y sus experiencias con el orgón; en el caso de Fontana, las resistencias institucionales a la inserción de elementos heterodoxos a la practica psicoanalítica ortodoxa, lo llevaron a presentar –junto a Pérez Morales– su renuncia a la Asociación en 1961. Aunque con algunas interrupciones, continuó empleando el LSD en psicoterapia individual, grupal e incluso con niños hasta que los escándalos por el uso “no médico” de los alucinógenos lo llevaron necesariamente a optar por otras herramientas psicoterapéuticas hacia comienzos de la década de 1970.BibliografíaÁlvarez de Toledo, L. G. De: “El análisis del ‘asociar’, del ‘interpretar’ y de las ‘palabras’” en Revista de Psicoanálisis, vol. XI, nº 3, 1954; “Síntesis informativa sobre LSD 25 y psicoterapia”, Revista de Psicoanálisis, vol. XVI, nº 3, 1959.Balán, J.: Cuéntame tu vida, Bs. As., Ed. Planeta, 1991.Bleger, J.: Teoría y práctica del narcoanálisis, Bs. As, Ed. El Ateneo, 1952.Fontana, A.: “Fragmentos del análisis de un paciente esquizofrénico” en Revista de Psicoanálisis, vol. XII, nº 4, 1955; “Colitis ulcerosa (presentación de un caso)” en Revista de Psicoanálisis, vol. XV, nº 3, 1958; “Uso clínico de las drogas alucinógenas” en Acta Neuropsiquiátrica Argentina, nº 7, 1960; Psicoterapia con alucinógenos, Bs. As., Losada, 1965; Psicoanálisis y cambio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1971.Fontana, A., Bleger, J. y Zamtleufer Rosenthal, Ch.: “Observaciones psicológicas en la terapéutica insulínica” en Acta Neuropsiquiátrica Argentina, nº 2, 1956.Figueras, A. Y Fontana, A.: “Estudio comparativo de un caso de cefalea jaquecosa y otro con cefaleas ocasionales” Revista de Psicoanálisis, vol. XI, nº 1-2, 1954.Foucault, M.: El poder psiquiátrico, Bs. As., FCE, 2005.Grob, Gerald: From Asylum to Community, Princenton, Princenton University Press, 1991.Moreau de Tours, J.-J.: “Del haschich y de la alienación mental”, s/d.Pérez Morales, F.: “Un caso de neurosis de examen” en Revista de Psicoanálisis, vol. XV, nº 3, 1958; “Medicina psicosomática. Su situación frente a la investigación científica actual” en Revista de Psicoanálisis, vol. XVI, nº 4, 1959; “El LSD25 en psicoterapia. Su fundamentación histórica y metodológica” en Acta Psiquiátrica y Psicológica Argentina, nº 9, 1963.Pichón-Riviére, E: “Teoría y práctica del narcoanálisis” en Revista de Psicoanálisis, vol. XI, nº 4, 1948.Plotkin, M.: Freud en las Pampas, Bs. As, Ed. Sudamericana, 2003.Tallaferro, A: “Fragmentos del análisis de un neurótico con mecanismos múltiples” en Revista de Psicoanálisis, vol. V, nº 4, 1948; “Mescalina y LSD 25. Experiencias. Valor terapéutico en psiquiatría” en Orientación Médica, Bs. As., 22 de noviembre de 1957.Tallaferro, A. y Figueras, A.: “Experiencias con una nueva droga tranquilizante: la captodiamina” en El Día Médico, Bs. As., 17 de junio de 1957.

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